lunes, 9 de noviembre de 2015

IX Subida al Castillo de Portezuelo

Cinco meses y un día. No es una condena. Es el tiempo que ha transcurrido desde que se disputó la Pencona en Aldeanueva de la Vera, es el tiempo que hacía que no me ponía un dorsal. Tras esa "eternidad" y con muy pocos entrenos en las piernas, con un estado físico mucho peor del que me gustaría y del que suelo tener a estas alturas del año, tocaba hacer acto de presencia en Portezuelo para afrontar la IX Subida a su castillo.
Perfil de la carrera
Nunca había hecho esta carrera y la tenía marcada en el calendario desde hacía tiempo. Portezuelo es una pequeña localidad de la provincia de Cáceres que, en días como ayer, recuerda especialmente a la aldea donde viven los irreductibles galos de las historietas de Astérix y Obélix; ¿por qué digo esto? Pues porque en un día en el que tenía lugar la Media Maratón Elvas-Badajoz, con alrededor de 1.800 inscritos, en Portezuelo nos dábamos cita con la montaña en torno a 170 corredores entre las dos distancias, y algunos más si incluimos la ruta senderista y las pruebas JUDEX. El caso es que allí estábamos ese puñado de irreductibles galos, desafiantes con la corriente mayoritaria, dispuestos a hacer la guerra por nuestra cuenta y sin importar la coincidencia de fechas entre ambos eventos. A las 12:00 estaba prevista la salida de la IX Subida al Castillo de Portezuelo, la prueba reina de cuantas se celebraban en el día de ayer.
Bocinazo y a correr. Foto: Loli Sanz
La hora hubiese sido perfecta para cualquier día de un noviembre "normal", pero ayer a esa hora la temperatura ya superaba los 23 grados, y el calor pasaría factura durante el recorrido. Tras la cuenta atrás coreada por la "speaker" con el acompañamiento del público que se daba cita en el arco de salida, suena el habitual bocinazo y a correr. Tras un primer tramo por caminos alrededor del pueblo, la carrera comienza a alejarse y llegan las primeras cuestas, bastante suaves y que permiten correr sin ningún problema. Hasta el kilómetro ocho de carrera me encuentro bastante cómodo, y a pesar de no forzar el ritmo en ningún momento, me ubico en posiciones más adelantadas de las que me esperaba. Hasta ese momento el recorrido es puro trail, y se puede correr a muy buen ritmo sin ningún problema. Tras culminar la segunda subida del día y afrontar el descenso más largo, que nos llevaría desde el kilómetro 9 al 12, empiezo a notar que las fuerzas quizá van a abandonarme antes de lo que pensaba y que la carrera a partir de ese momento no iba a resultar tan cómoda. Así que paro en el segundo avituallamiento, me hidrato bien, cojo un plátano y algunas gominolas, y me dispongo a afrontar la tercera subida del día, una zona de cresta espectacular, en la que había que ayudarse de las manos para subir y alcanzar la cima, habitual territorio de los buitres. Si la subida fue dura, que decir de la bajada, bastante técnica y muy peligrosa, ya que se realiza por la zona de umbría de la sierra, aún muy húmeda y embarrada a consecuencia de las últimas lluvias. Al final de la bajada ya nos encontramos de nuevo en el casco urbano de Portezuelo, lo cuál no quiere decir que la carrera hubiese terminado...ni mucho menos.
Maravillosa cresta. Foto: Carlos Alcalá
Poco antes del kilómetro 15 tocaba enfrentarse a la penúltima subida, en mi opinión la más dura de la carrera, y tocaba hacerlo con las fuerzas muy justas y los cuádriceps en un estado lamentable como consecuencia de la última bajada. En ese momento el depósito está completamente vacío, así que tras blasfemar en voz alta y acordarme del árbol genealógico de algún miembro de la organización, comienzo a subir con mucha dificultad y agarrándome a las ramas de los árboles, negros debido al último incendio que sufrió esa zona. La subida es de las que quitan el hipo, y se podía ver una hilera de corredores que se asemejaban a zombies intentado llegar a una cima que parecía cada vez más lejana. Tras coronar afrontamos el último descenso del día, viendo la pendiente lo más razonable hubiese sido echarse a rodar, pero como el estilo también cuenta, intento mantener ese puntito de "gentleman" que me caracteriza incluso en esas circunstancias. Una vez abajo y, tras unos trescientos metros de zona llana en la que tengo que parar porque se me habían subido los gemelos, cruzo la carretera y a por la subida definitiva, la que me llevaría al Castillo de Marmionda. Imposible hacerla corriendo en el estado en que me encontraba, tocaba subir andando y entrar en el castillo a través de un arco de meta especial, que habrá sido cruzado por mucha gente a lo largo de los siglos que lleva en pie, seguro que la mayoría lo hicieron en mejor estado de lo que lo hice yo.
Misión cumplida. Foto: Loli Sanz

En resumen, carrera espectacular pero muy dura, y que a mí se me hizo durísima debido a la falta de preparación, pero bueno, lo importante en días como ayer es terminar y hacerlo sin ningún percance. Por lo demás, muy bien organizada y muy bien señalizada, con un pueblo volcado y muy animoso con los corredores, lo cuál se agradece y mucho. Aquellos que no hicieron acto de presencia se perdieron disfrutar del compañerismo y la hospitalidad característica de la "aldea gala", y es que ya lo decía Obélix: "Estos romanos están locos".

Nos vemos corriendo.

Más en twitter: @wildwildtrail

4 comentarios:

  1. No lo has podido detallar mejor, exactamente así ocurrio. Un saludo.

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  2. Muy bien detallada, a más no poder, con tu puntito de humor-cínico-sano. La verdad es que da gusto verte disfrutar. Hasta la próxima. Agur.

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    1. Gracias Jose!! A ver para cuando un rodaje juntos.

      Un abrazo.

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