martes, 4 de febrero de 2014

El hijo del frío

Hubo un tiempo en el que el atletismo de fondo no estaba dominado por un solo color; hubo un tiempo en el que en la línea de salida la equipación verde y roja de Etiopía o la rojinegra de Kenya no eran las que más respeto infundían; hubo un tiempo en el que la tiranía no llegaba de los cálidos países africanos. En ese tiempo en la línea de salida se miraba con cierto temor a esos tipos rubios y de tez pálida que vestían de azul y blanco, hubo un tiempo en el que la citada tiranía venía de otras latitudes más frías. Hannes Kolehmainen, Ville Ritola, Ilmari Salminen, Taisto Mäki o el inolvidable Paavo Nurmi fueron los precursores, este último conocido como el finlandés volador y que dió nombre a toda una saga de corredores procedentes del país escandinavo.
El último representante digno de ese apodo fue el gran Lasse Viren. Este espigado corredor de elegante zancada logró proclamarse campeón olímpico en 5.000 m. y 10.000 m. en la olimpiada de Munich 1972. En la prueba de 10.000 m. sufrió un tropezón y dió con sus 180 centímetros de altura en el suelo, aún así, se levantó y siguió corriendo imparable hacia la medalla de oro a  la vez que batía el récord mundial de la distancia. Cuatro años después, en la Olimpiada de Montreal 1976 volvió a proclamarse doble campeón olímpico en las mismas distancias. Finlandia es un país donde el atletismo es una auténtica religión, no solo en cuanto a cantidad de practicantes, sino de seguidores que acuden en masa cuando tiene lugar algún evento deportivo. Sin embargo, la falta de un referente durante tantos años ha hecho que, poco a poco, otras disciplinas atléticas hayan ido desplazando a la carrera de fondo del lugar que ocupaba, sobre todo el lanzamiento de jabalina, auténtico deporte nacional junto con los deportes de invierno. No obstante, y a falta de nuevos ídolos, la impresionante estampa del atleta de Myrskylä se estira en el tiempo agigantándose hasta la actualidad a la espera de un digno relevo a quien entregarle el testigo mientras nos recuerda que las cosas no siempre fueron del mismo color.

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