jueves, 3 de marzo de 2016

IV Subida al Camorro

Por fin llegó el día, domingo 28 de febrero, la temporada de Carreras de Montaña en Extremadura daba el pistoletazo de salida con la IV Subida al Camorro. Más de uno teníamos marcada en rojo en el calendario esta fecha. Era la primera vez que hacía esta carrera, y a pesar de la dureza de la misma, la afrontaba con relativo optimismo, pues los últimos entrenamientos habían sido bastante buenos y me transmitían buenas sensaciones. Además de la parte física, la parte anímica también juega un papel crucial, y esta estaba por las nubes, me había levantado igual de contento que me había acostado tras la victoria del Atleti en el derbi madrileño.
Perfil de la IV Subida al Camorro
Así que rodeado de buenas sensaciones llego a Castañar de Ibor a las 8:50 de la mañana, recojo el dorsal (este año federado) y me voy a tomar un café, pues la temperatura es de 1ºC y ya habría tiempo de pasar frío. A través de la cristalera del bar se puede ver la imponente figura del Camorro, y somos varios corredores los que nos sorprendemos mirando a través de dicha cristalera como implorando clemencia. Un corredor local nos avisa de la peligrosidad de la subida y, sobre todo, de la bajada, pues había zonas con hielo, ya que durante las horas anteriores había nevado por encima de los 600 m. Tras los saludos pertinentes y el habitual control de dorsales, la salida se produce a las 10:00 horas, tal y como estaba previsto; por la megafonía anuncian que somos 170 los que nos disponemos a completar los 20 kilómetros y 700 metros de esta dura carrera de montaña.
Salida
Me tomo la salida con la prudencia y tranquilidad habituales, ubicado en la parte media de un pelotón que antes de abandonar las calles de Castañar de Ibor ya va bastante estirado.
Tras un descenso de un kilómetro por una pista de cemento, la carrera discurre por caminos de tierra en un continuo sube y baja hasta que cruzamos por segunda vez la carretera EX-118; a partir de ahí, continua subida hasta el primer avituallamiento (km. 4,700), y una vez superado este, afrontamos la subida al Camorro propiamente dicha, a través del cortafuego de la Linde, una subida que exige una condición física muy buena y durante la cuál pueden verse estampas típicas de carreras de montaña de primer nivel, con corredores acortando la zancada y el cuerpo formando un ángulo de noventa grados. Justo antes de coronar los 1142 metros de altitud del Camorro me paro, me giro a la derecha, y la vista es espectacular: El valle del río Ibor y el pico Villuercas totalmente cubierto de nieve, un regalo para mis ojos, en breve volveré a la zona, pues bien merece una visita más sosegada y sin tanta exigencia física. A esa altitud el frío es más intenso, calculo que la temperatura debe estar aún bajo cero, así que me cubro boca y nariz con la bandana y me dispongo a iniciar el descenso.
Primeros metros. Foto: Tony Hurtado
Durante la subida al Camorro había ganado varias posiciones, y eso que los ascensos no son mi punto fuerte, es algo que debo mejorar y mucho, así que soy optimista al inicio del descenso, pero siempre con un extra de precaución. La bajada se realiza a través del cortafuego de las Hontanillas, y es realmente complicada, mucha piedra suelta, mojada, y el riesgo de caída era elevado, así que debía primar la seguridad. Aún así, logro adelantar a un par de corredores que me precedían y, una vez superada la zona más técnica y peligrosa, afronto una zona de senderos bastante "corribles" y que me permitieron ganar varias posiciones más. Hasta ahí la carrera había estado totalmente controlada y todo marchaba de forma inmejorable, pero a partir de ese momento, todo iba a cambiar. Una caída de lo más tonta en una zona llana sin ninguna dificultad iba a dar al traste con todo. Caigo sobre el lado izquierdo del cuerpo haciéndome bastante daño en la pierna y, sobre todo, en el hombro. Una vez superado el susto inicial vuelvo a las zancadas, pero el dolor es bastante molesto y me temo que pueda tener consecuencias importantes.
El Camorro y Castañar a sus pies
 Llego al segundo avituallamiento, en el km. 9,300 y me paro a sopesar la posibilidad de abandonar, pues el dolor es cada vez más fuerte y molesto. Aparece Mª José Hernández, de la ADS Extremadua Natural, acompañada de dos corredores, y me animan a seguir, así que decido probar y los cuatro iniciamos un precioso descenso a través del sendero que discurre por la Garganta de Calabazas, una de las zonas más bonitas de las muchas que nos estaba ofreciendo la carrera. Uno de los compañeros se queda descolgado a las primeras de cambio, y el cuarteto pasa a ser un trío, ahora soy yo quien cierra el grupo, y a pesar de que el ritmo de carrera no era muy exigente, mis molestias persisten y bajo el ritmo afrontando los siguientes kilómetros en solitario. En esas llego al km.13,500, tercer avituallamiento, paro y decido entregar el dorsal, pues no voy a poder terminar, el dolor en la pierna se incrementa y el brazo izquierdo tengo que llevarlo pegado al cuerpo pues no puedo moverlo, lo cuál es un problema serio, sobre todo en las bajadas.
Inicio del ascenso. Foto: Tony Hurtado
Ahí aparece el que durante los siguientes kilómetros sería mi "ángel de la guarda", Antonio Cruz, del Club Atletismo Montijo Trail, que me anima a seguir aunque sea andando y me acompaña durante más de tres kilómetros con ánimos y conversación que hacen que me olvide por momentos de mis molestias. Así, afrontamos la última gran subida del día, una trocha de 150 metros practicamente verticales y el cortafuegos que nos llevaría hasta el Collado de los Piloncillos. Le digo a Antonio que siga sin mí, que no quiero seguir siendo un lastre, pues sabía que esa subida iba a ser una tortura para mí, así que a regañadientes se resigna y me hace caso. Ahí paso los peores momentos de la carrera, pierdo varias posiciones durante el ascenso, pues apenas puedo andar, pero estoy convencido de que si logro coronar y llegar al siguiente avituallamiento, terminaré la carrera. Con mucho sufrimiento logro llegar al cuarto puesto de avituallamiento, km 17,200, tomo un vaso de bebida isotónica, cojo gominolas y estoy dos o tres minutos descansando.
Un privilegio correr en ciertos lugares
A partir de ahí, una bajada sin ninguna dificultad técnica que me permite volver a trotar y que me llevaría al Castillejo, donde hay varios voluntarios que me animan y me dicen que me queda un kilómetro, esto ya está hecho, ha costado, ha costado mucho, ha costado horrores, pero al menos me queda la satisfacción de poder cruzar la meta, cosa que hago junto a un corredor del Villanueva corre...y mucho, al que había encontrado totalmente acalambrado ya en las calles de Castañar, con el crono marcando 3 horas y 6 minutos. Nos saludamos, nos damos la enhorabuena por lograr terminar y bajamos el telón. Seguro que nos volveremos a ver en mejores circunstancias. Ha sido una carrera durísima, y aún más por mis circunstancias particulares, pero a base de coraje y corazón, como buen atlético, otra línea de meta cruzada, otra prueba superada. 

Por último, solo me queda decir que se trata de una carrera espectacular y que te permite disfrutar de unos rincones preciosos del Geoparque Villuercas Ibores Jara. Muy bien señalizada, con una gran labor por parte de los voluntarios, y los habitantes de Castañar muy animosos con los corredores. Ha sido una bonita aunque accidentada manera de comenzar la Liga Extremeña de Carreras de Montaña, pero bueno, seguro que vendrán mejores momentos a lo largo de la temporada. Gracias al amigo Antonio Cruz del Club Atletismo Montijo Trail, porque tiene mucha parte de culpa de que lograse cruzar la meta.

Nos vemos corriendo.

jueves, 4 de febrero de 2016

Soplamos dos velas

El 29 de enero de 2014 publicaba la primera entrada en este blog. Como tantas otras cosas que ocurren en la vida, nació de forma casual: Tras cada carrera en la que tomaba parte, le enviaba una pequeña crónica vía e-mail a mis amigos. Mi amigo José Antonio Lorenzo, habitual lector y comentarista del blog, que sufría una lesión que le mantenía parado durante meses me comentó que le encantaba leer mis crónicas, pues era una forma de meterse en la carrera y, de alguna manera, compensaba el hecho de no poder correr. Eso fue lo que me impulsó a dar un paso más, y ese día, durante el café de la sobremesa me llegó la inspiración y decidí poner en marcha esta pequeña historia. Como ya expliqué en la primera entrada, el título lo tomé de una maravillosa novela que, con un trasfondo de atletismo, cuenta una historia sobre la firmeza e integridad del ser humano en momentos de extrema dificultad en los que lo fácil sería abandonar, claudicar; me parecía y me parece que existía un gran paralelismo entre las carreras de fondo y la vida del protagonista de dicha novela, ¿quién no se ha sentido así durante una carrera? ¿Cuántas veces no puedes más y sacas fuerzas de no se sabe donde para seguir adelante? El nombre del dominio lo elegí como un pequeño homenaje a los colores de mi club, parte muy importante también en esta gran pasión, pues ya son más de tres años recorriendo kilómetros de blanquinegro.

Un pequeño resumen gráfico
El resto ya lo conocéis: Entrenamientos, algunos sitios de interés en los que poder entrenar en plena naturaleza que quise compartir, pequeñas reseñas sobre glorias del atletismo como Lasse Viren, historias duras con final feliz, como la de Gabrielle Andersen-Schiess o Kathy Switzer, en fin, todo lo que creí que podría ser de algún modo atractivo para aquellos que compartís afición conmigo. Y, por supuesto, carreras, dos años dan para recorrer muchos kilómetros, para tomar parte en carreras de todo tipo, de varias distancias, sobre distintas superficies, pero con un denominador común, disfrutar por encima de todo. Las hubo épicas, como la III Carrera de Montaña Ciudad del Granito en Quintana de la Serena, en uno de esos días en los que solo hay cruz en la moneda, luchando contra el frío, la lluvia, el viento y una lesión que me obligó a terminar prácticamente caminando; divertidas, como la VIII Media Maratón de Mérida, en la que pasamos un gran día de convivencia con el compañerismo y el buen ambiente como protagonistas; accidentadas, como el Trail Nocturno de la Sierra de la Mosca en Cáceres, durísimas pero que te dejan un sabor de boca increíble tras cruzar la meta, como la I Carrera de Montaña Sierra de Montánchez y Tamuja; o las que tienen lugar en escenarios mágicos, esas en las que te entran ganas de pararte y contemplar lo que te rodea, y que cuando cruzas la meta estás deseando que llegue la siguiente edición, como la Subida a los Campanarios de Casas del Monte. Y así, poco a poco,  paso a paso, zancada a zancada, cada cierto tiempo he acudido a esta cita virtual sin ninguna pretensión, sin saber quien estaría al otro lado, si es que había alguien, quien se interesaría por leer lo que tengo que contar, si le gustaría o no, o simplemente le dejaría indiferente. Y la idea es seguir haciéndolo, seguir fundiendo estas dos pasiones (y alguna otra) que son correr y escribir, y que en este pequeño rincón confluyen, y lo haré con la misma idea que hasta ahora, sin ninguna aspiración especial, aunque eso sí, con la satisfacción que provoca el hecho de saber que hay alguien que le dedica unos minutos de su valioso tiempo a leer aquello que tiene que contar este loco que corre. El hecho de que estés ahí hace que merezca la pena.

Nos vemos corriendo.

jueves, 28 de enero de 2016

El día que empezó todo

En la primera entrada de este blog ya dejé unas pinceladas acerca del contenido del mismo: al igual que la novela de la que toma el título, y pese a tratar principalmente sobre el hecho de correr, no sería esa su temática exclusiva, por lo tanto, ya estabáis avisados. Hoy voy a abandonar por un momento las zancadas, las trochas y los senderos y voy a dedicarle esta entrada a otra de mis pasiones. Los que me conocéis sabéis que soy un auténtico "yonqui" del deporte, salvo contadas excepciones, podría decirse que me gustan todos, he practicado y practico varios y he disfrutado y disfruto viendo la mayoría de disciplinas deportivas. Entre los deportes que más me apasionan sin duda ocupa un puesto de honor el balonmano; el trabajo de la táctica del equipo, el contacto, la plasticidad de los lanzamientos, la continua concentración necesaria, la importancia a partes iguales del bloque y el talento individual, hacen de este deporte uno de los más visuales y emocionantes de los que uno puede disfrutar. Metidos como estamos en plena disputa de un igualadísimo Campeonato de Europa de selecciones, me ha parecido oportuno volver al que sin duda es el mejor recuerdo que mi memoria guarda de esta maravillosa disciplina deportiva. El idilio con este deporte continúa y me acompañará siempre, pero como toda historia de amor que se precie, esta tuvo su flechazo. Ocurrió a finales de marzo de 1985.
Un equipo mítico
El Atlético de Madrid afrontaba en Praga el partido de vuelta de las semifinales de la Copa de Europa frente al Dukla de Praga, vigente campeón, con una exigua renta de dos goles (16-14) en el partido de ida disputado en el Pabellón Los Cantos de Alcorcón. El partido se había disputado en dicha cancha porque la IHF no permitió que se jugase en el pabellón Antonio Magariños, sede habitual de los partidos del Atleti, por no cumplir esta con las medidas reglamentarias de 40x20. Los dos goles de ventaja fueron rápidamente neutralizados por el campeón checo, y al descanso el marcador no dejaba lugar para la esperanza: 10-4. Flojos en defensa y con un ataque desastroso, se firmó una primera parte para olvidar. En el banquillo de aquel equipo se sentaba nuestro paisano Juan de Dios Román (Mérida, 1942), una de las mentes más privilegiadas que ha dado este deporte y en mi opinión el mejor entrenador de todos los tiempos; solo él podía sacarse un conejo de la chistera. Su labor psicológica y la calidad de la plantilla obraron el milagro. A mediados de la segunda mitad el Dukla ganaba 16-9, pero dos lanzamientos desde los siete metros parados por Claudio Gómez y un parcial final de 2-8 acabaron por voltear el marcador de un partido que se jugó al límite, como todo lo "Made in Atleti", nos pone la épica.
El gran Cecilio Alonso
Así fue como empezó todo. Inolvidable la imagen de Cecilio Alonso y Javier Reino formando la barrera en el último lanzamiento a favor del Dukla, con el reloj ya a cero, la voz del gran Luis Miguel López (la voz del balonmano) narrando la gesta mientras un niño con diez años recién cumplidos se comía las uñas frente a un televisor en blanco y negro.

Luego llegaría la final perdida frente a la Metaloplastika Sabac, un equipo de leyenda (Vujovic, Vukovic, Cvetkovic...) que contaba con ocho campeones olímpicos en Los Angeles ´84, pero eso es otra historia. Este es un pequeño pero meredísimo homenaje personal a aquellos héroes, gracias a ellos me enganché a este deporte.  Lorenzo Rico, Claudio Gómez, Ángel Cobo, Rafael López León, Chechu Fernández, Javier Reino, Manuel Novales, Fernando García, Stroem, Agustín Milián, Paco Parrilla, Orencio Alhambra, Jesús Gómez, Quique García, Luisón García, Juanón de la Puente, Cecilio Alonso y el maestro Juan de Dios Román. 

Gracias.

martes, 19 de enero de 2016

I Trail de Zafra

Pasó la Navidad, se dejó caer otro enero y levantamos el telón de un nuevo año en el que se repiten los buenos propósitos y deseos, es lo que toca por estas fechas. Si bien antes de Navidad me había propuesto no dejar de entrenar en la medida de lo posible, al final entre compromisos sociales, familiares, viajes, todo ello aderezado con excesos calóricos, dicho propósito acabó en la papelera. Por si fuera poco, le daba la bienvenida al año con un resfriado de nivel, de esos que te mantienen en el dique seco más de una semana, de los que te cogen cariño y no se quieren ir.
Perfil de la carrera
Y la primera edición del Trail de Zafra que ya se adivinaba en el horizonte, y tocaba deshojar la margarita: El jueves decidí que no correría, pues en mi estado no podría ni siquiera terminar, el viernes tocaba tirar de optimismo y confiar en que la cosa mejorase en solo 48 horas, el sábado decidí que al menos tomaría la salida y que pasase lo que tuviese que pasar. El domingo a las 7:00 de la mañana, tras una variada demostración de estornudos, tosidos y demás señales que aconsejaban que lo más razonable sería volver a la cama tomo la decisión contraria. A las 8:00 h. recojo a Alicia y ponemos rumbo a Zafra, donde nos espera Guille, que había pernoctado allí y se encargaría de recoger nuestros dorsales. Durante el camino vamos comentando lo poco que sabemos de la carrera, a diferencia de las que organiza la FEXME, en la que la información previa suele ser muy detallada, en esta primera edición del trail de Zafra no teníamos demasiada información, así que íbamos un poco "a la aventura". He de decir que el hecho de que alguien como Jesús Merino estuviese involucrado en la organización me tranquilizaba bastante, por lo que a priori las expectativas eran buenas; a posteriori fueron excelentes. Con la charla llegamos a Zafra, aparcamos y nos vamos a tomar un café para tratar de combatir los 3ºC que marcaba el termómetro mientras esperamos a Guille.
Foto: Ramírez Health Club
Luego a cumplir con el ritual habitual, ligero calentamiento, saludos, fotos en la salida, control de dorsales y a correr. Me tomo la salida con bastante calma, entre otras cosas porque no me queda otra, y tras un breve tramo de callejeo por Zafra tomamos el Camino del Muladar que nos llevará hasta la Presa de la Albuera. Durante los primeros kilómetros vamos sobre una pista de cemento, llaneando e incluso cuesta abajo en algunos tramos; esta zona fue la más criticada por algunos participantes, el principio y final de la carrera, en el que "se abusó" del cemento, pero hay que entenderlo, pues no quedaba otra que pasar por allí para llegar a las zonas más técnicas, por mi parte, nada que objetar. Tras alcanzar la Presa de la Albuera giramos a la izquierda y afrontamos la primera subida del día, corredores en fila de uno andando, pues correr era imposible, respiración entrecortada, manos en las rodillas, imagen típica de cualquier carrera de montaña que se precie.
Coronando el primer repecho. Foto: Gloria Montaño
A partir de ahí el recorrido no da tregua, subidas, bajada complicada por un cortafuegos con mucha roca suelta, zonas de senderos bastante "corribles" y alguna dificultad técnica no muy exigente en la parte más alta del Castellar, un recorrido bastante completo sobre todo teniendo en cuenta la materia prima con la que se contaba. A pesar de las dificultades respiratorias por el hecho de tener que ir todo el rato respirando por la boca, ya que llevaba la nariz completamente taponada, disfruté bastante de la carrera, pues el recorrido me pareció precioso, así que tras 17,5 kilómetros de "diversión contenida" que se me hicieron cortos, volvimos a la Plaza Grande tras salvar otro tramo de inevitable pista de cemento para poner fin con 1:57 a una fría mañana de enero en la que disfrutamos de la primera edición de una carrera que espero que cumpla muchas ediciones más; yo creo que las cumplirá. La ganadora en categoría femenina fue Esmeralda Quintana, del Trail Comesuelas, y en categoría masculina Víctor Rodríguez, del Villanueva corre...y mucho.
Serpiente multicolor. Foto: Víctor Pavón.

Me parece una gran noticia la aparición de esta carrera en el calendario, y además en una fecha muy acertada, en pleno "parón FEXME", por lo que el personal ya tenía ganas de marcha. Por lo demás, gran trabajo de los organizadores y de los voluntarios, prueba muy bien señalizada y con un recorrido espectacular. A destacar como se han trabajado el recorrido los organizadores, ya que no es fácil organizar una carrera de este tipo en un entorno como el de Zafra, pues no estamos hablando de grandes desniveles, ni de picos que superen los 1000 o 1500 metros de altitud, algo que facilita bastante el trabajo, por lo que intuyo que ha habido una gran labor que ha dado sus frutos. Gracias también a l@s fotográf@s que han dejado constancia de la carrera, y que también son parte muy importante en la misma, pues a todos nos gusta tener algún recuerdo gráfico de nuestra participación. Enhorabuena, el año que viene repetiremos.

Nos vemos corriendo.


lunes, 30 de noviembre de 2015

VI Subida a los Campanarios

Llegó el otoño, llegó noviembre, y, como cada año, el último fin de semana de noviembre llegó el broche de oro al Otoño Mágico del Ambroz, la Subida a los Campanarios. Esta carrera no es ni la más dura, ni la más larga, ni la más exigente de cuantas componen el circuito FEXME, pero el entorno en el que tiene lugar hace que sea una cita obligada en el calendario y que, en cuanto cruzas la meta pienses, tal y como suelen decir l@s pamplones@s cuando termina San Fermín, ya queda un día menos para la VII Subida a los Campanarios.
Perfil de la carrera
Para que la carrera fuese perfecta y no faltase de nada, el tiempo se unió a la fiesta, amaneció un día espectacular, sol, ausencia de viento y una temperatura bastante agradable, ya que el frío de primera hora de la mañana enseguida se vio derrotado por los rayos del sol y por el calor que provocaba el esfuerzo de la continua subida hasta el Collado de Piedras Labradas, punto más alto de la carrera. También me gustaría destacar el nivel deportivo de esta prueba, que cada año gana en calidad, lo cuál queda reflejado echando un vistazo a los podiums de ayer, sobre todo en categoría femenina, con victoria de Mercedes Pila, dominadora de las Races Trail Running a nivel nacional, seguida por Andrea Gil y la ex-ciclista profesional Dori Ruano, ahí es nada. En categoría masculina volvió a repetir victoria el salmantino Álvaro García Hernández parando el crono en 1:07. A las 8:00 de la mañana poníamos rumbo desde Badajoz hacia Casas del Monte mi compañero de club Guillermo Guevara, que afrontaba su primera carrera de montaña, Ariel, amigo de la AACB y yo. Tras casi dos horas de viaje se repite el ritual habitual en estos eventos:
Foto de familia
Recogida de dorsales, fotos, saludos, charla, ligero calentamiento y al control de dorsales. La salida estaba prevista a las 11:00 de la mañana, pero se produjo con casi media hora de retraso por cuestiones que desconozco. En esta edición y tras un cambio de última hora, la salida sería en ascenso y el recorrido aumentó en varios cientos de metros, por lo que este año la distancia total a recorrer superaba los 15 kilómetros. Me tomo la salida con bastante calma, y hasta que no acaba el tramo urbano y cambiamos el cemento de las calles de Casas del Monte por la tierra de los caminos no empiezo a ganar posiciones. Como siempre, corro para disfrutar, sin ningún objetivo concreto, si bien tenía intención de bajar si era posible mi marca de 1:38 en la edición del año anterior. Poco a poco la carrera va rompiéndose durante la subida, y a la vez que pasan los kilómetros voy disfrutando del entorno y de las vistas que el recorrido nos ofrece. Justo antes del primer avituallamiento, primer contratiempo del día: Un chico que estaba disputando la prueba corta se ha despistado y se da cuenta en ese momento que está haciendo el recorrido equivocado, le animo a seguir pero se tira al suelo y empieza a llorar porque iba segundo en la corta y tenía muchas ilusiones en la carrera.
Salida
Así que me paro, trato de animarle, le ayudo a levantarse y le acompaño hasta el avituallamiento donde finalmente y con los ánimos de los voluntarios y otros corredores conseguimos convencerlo para que siga corriendo y haga la prueba larga. Tras este parón continúo la subida a buen ritmo, y a pesar de que me encuentro bastante bien prefiero no forzar y no correr el riesgo de pagarlo más adelante. Tras salvar un par de gargantas que este año iban prácticamente secas debido a la ausencia de lluvias, escucho los ánimos de varios voluntarios y aficionados que están justo antes del segundo avituallamiento, situado en el km.7,3 en Piedras Labradas, miro de reojo el crono: 51 minutos, el año pasado coroné en una hora, la cosa marcha bien. Breve parada para beber y coger alguna gominola y a por la bajada. Las zonas más técnicas están completamente secas, con lo cuál y a diferencia del año anterior, se podía arriesgar un poco más sin miedo a resbalarse.
Inicio del descenso
 Tras algo más de un kilómetro de bajada llega el segundo contratiempo del día: Voy encabezando un grupo de tres corredores en una zona en la que los árboles prácticamente cierran el sendero, veo una gran rama que cruza de derecha a izquierda a la altura de los ojos, me agacho para salvarla y un par de segundos después escucho un golpe seco y un grito, me giro y veo que uno de mis compañeros de bajada no ha tenido tanta suerte, así que vuelvo sobre mis propios pasos y me intereso por su estado, está tumbado, asustado y aturdido, pues el golpe ha sido en la cabeza, así que le ayudo a retirarse del sendero y a sentarse y estoy un rato con él para asegurarme de que está bien, tras lo cuál me dice que se encuentra mejor, que siga, que en un rato seguirá bajando él también. Así que continúo mi carrera, aún así, cuando veo al siguiente voluntario paro y le comento lo sucedido por si finalmente el compañero no pudiese seguir y necesitase ser evacuado. Tras superar la última zona técnica de bajada, el recorrido nos lleva a través de la pista de Jarilla y giramos a la derecha, Casas del Monte ya hace rato que se ve abajo y cada vez más cerca.
Alicia y Guille
Tras una breve parada en el tercer avituallamiento intento forzar el ritmo en esa zona llana, pues el último kilómetro pica hacia arriba y resultará duro. Acaba el camino, bajamos por una pista de cemento, giro a la derecha y vuelta al casco urbano de Casas del Monte. Tras un breve tramo de callejeo volvemos a la Plaza de los Morales: gritos de ánimo, fotos, niños que esperan en la recta de meta para chocarte la mano, el crono marca 1:40, las sensaciones son buenas, y el Otoño Mágico que pone punto y final. Pobre de mí.

Como de costumbre, carrera muy bien organizada, buena señalización, buen ambiente en meta y un trabajo espectacular de l@s voluntari@s. En lo personal bastante contento, sobre todo después de lo que sufrí en la Subida al Castillo de Portezuelo hace tres semanas, siempre es una buena noticia ir recuperando sensaciones poco a poco. Próxima cita: 17 de enero, I trail de Zafra.

Nos vemos corriendo.

lunes, 9 de noviembre de 2015

IX Subida al Castillo de Portezuelo

Cinco meses y un día. No es una condena. Es el tiempo que ha transcurrido desde que se disputó la Pencona en Aldeanueva de la Vera, es el tiempo que hacía que no me ponía un dorsal. Tras esa "eternidad" y con muy pocos entrenos en las piernas, con un estado físico mucho peor del que me gustaría y del que suelo tener a estas alturas del año, tocaba hacer acto de presencia en Portezuelo para afrontar la IX Subida a su castillo.
Perfil de la carrera
Nunca había hecho esta carrera y la tenía marcada en el calendario desde hacía tiempo. Portezuelo es una pequeña localidad de la provincia de Cáceres que, en días como ayer, recuerda especialmente a la aldea donde viven los irreductibles galos de las historietas de Astérix y Obélix; ¿por qué digo esto? Pues porque en un día en el que tenía lugar la Media Maratón Elvas-Badajoz, con alrededor de 1.800 inscritos, en Portezuelo nos dábamos cita con la montaña en torno a 170 corredores entre las dos distancias, y algunos más si incluimos la ruta senderista y las pruebas JUDEX. El caso es que allí estábamos ese puñado de irreductibles galos, desafiantes con la corriente mayoritaria, dispuestos a hacer la guerra por nuestra cuenta y sin importar la coincidencia de fechas entre ambos eventos. A las 12:00 estaba prevista la salida de la IX Subida al Castillo de Portezuelo, la prueba reina de cuantas se celebraban en el día de ayer.
Bocinazo y a correr. Foto: Loli Sanz
La hora hubiese sido perfecta para cualquier día de un noviembre "normal", pero ayer a esa hora la temperatura ya superaba los 23 grados, y el calor pasaría factura durante el recorrido. Tras la cuenta atrás coreada por la "speaker" con el acompañamiento del público que se daba cita en el arco de salida, suena el habitual bocinazo y a correr. Tras un primer tramo por caminos alrededor del pueblo, la carrera comienza a alejarse y llegan las primeras cuestas, bastante suaves y que permiten correr sin ningún problema. Hasta el kilómetro ocho de carrera me encuentro bastante cómodo, y a pesar de no forzar el ritmo en ningún momento, me ubico en posiciones más adelantadas de las que me esperaba. Hasta ese momento el recorrido es puro trail, y se puede correr a muy buen ritmo sin ningún problema. Tras culminar la segunda subida del día y afrontar el descenso más largo, que nos llevaría desde el kilómetro 9 al 12, empiezo a notar que las fuerzas quizá van a abandonarme antes de lo que pensaba y que la carrera a partir de ese momento no iba a resultar tan cómoda. Así que paro en el segundo avituallamiento, me hidrato bien, cojo un plátano y algunas gominolas, y me dispongo a afrontar la tercera subida del día, una zona de cresta espectacular, en la que había que ayudarse de las manos para subir y alcanzar la cima, habitual territorio de los buitres. Si la subida fue dura, que decir de la bajada, bastante técnica y muy peligrosa, ya que se realiza por la zona de umbría de la sierra, aún muy húmeda y embarrada a consecuencia de las últimas lluvias. Al final de la bajada ya nos encontramos de nuevo en el casco urbano de Portezuelo, lo cuál no quiere decir que la carrera hubiese terminado...ni mucho menos.
Maravillosa cresta. Foto: Carlos Alcalá
Poco antes del kilómetro 15 tocaba enfrentarse a la penúltima subida, en mi opinión la más dura de la carrera, y tocaba hacerlo con las fuerzas muy justas y los cuádriceps en un estado lamentable como consecuencia de la última bajada. En ese momento el depósito está completamente vacío, así que tras blasfemar en voz alta y acordarme del árbol genealógico de algún miembro de la organización, comienzo a subir con mucha dificultad y agarrándome a las ramas de los árboles, negros debido al último incendio que sufrió esa zona. La subida es de las que quitan el hipo, y se podía ver una hilera de corredores que se asemejaban a zombies intentado llegar a una cima que parecía cada vez más lejana. Tras coronar afrontamos el último descenso del día, viendo la pendiente lo más razonable hubiese sido echarse a rodar, pero como el estilo también cuenta, intento mantener ese puntito de "gentleman" que me caracteriza incluso en esas circunstancias. Una vez abajo y, tras unos trescientos metros de zona llana en la que tengo que parar porque se me habían subido los gemelos, cruzo la carretera y a por la subida definitiva, la que me llevaría al Castillo de Marmionda. Imposible hacerla corriendo en el estado en que me encontraba, tocaba subir andando y entrar en el castillo a través de un arco de meta especial, que habrá sido cruzado por mucha gente a lo largo de los siglos que lleva en pie, seguro que la mayoría lo hicieron en mejor estado de lo que lo hice yo.
Misión cumplida. Foto: Loli Sanz

En resumen, carrera espectacular pero muy dura, y que a mí se me hizo durísima debido a la falta de preparación, pero bueno, lo importante en días como ayer es terminar y hacerlo sin ningún percance. Por lo demás, muy bien organizada y muy bien señalizada, con un pueblo volcado y muy animoso con los corredores, lo cuál se agradece y mucho. Aquellos que no hicieron acto de presencia se perdieron disfrutar del compañerismo y la hospitalidad característica de la "aldea gala", y es que ya lo decía Obélix: "Estos romanos están locos".

Nos vemos corriendo.

Más en twitter: @wildwildtrail

jueves, 22 de octubre de 2015

Entreno trail en Sancha Brava

No correr duele. No hacerlo por cuestiones de salud cuando tienes el dorsal y la carrera en cuestión te gusta duele aún más. Si a eso se une que la fecha de esa carrera tiene un significado especial para ti, ese dolor se hace realmente difícil de llevar.
Tras el varapalo y el consiguiente bajón anímico por no haber podido tomar parte en la XV Media Maratón Virgen de las Cruces el pasado domingo 18 de octubre, poco a poco volvemos a la "normalidad". Para los que pensamos que hay vida más allá del esfuerzo lineal sobre el asfalto, esa normalidad son la tierra, las cuestas, los senderos, y, tras las últimas lluvias caídas, el barro. Uno de los mejores sitios de Badajoz, si no el mejor, donde podemos encontrar esas condiciones idóneas para entrenar, es el entorno del antiguo campo de maniobras del acuartelamiento militar de Sancha Brava. Ya he comentado en alguna otra entrada del blog que Badajoz no es el lugar ideal para entrenar pensando en preparar algún trail o carrera de montaña, pero a pesar de ello, también tiene sus rincones interesantes. A diferencia de lo que podemos encontrar en el Parque de Tres Arroyos o San Isidro http://zancadasblanquinegras.blogspot.com.es/2014/02/entrenamiento-en-el-parque-de-tres.html , con unas cuestas en su mayor parte más suaves y progresivas, en el entorno de Sancha Brava encontramos un tipo de terreno que, si bien no es muy exigente en cuanto a altitud, no nos da tregua en ningún momento.
Se trata de una auténtica maraña de caminos, trochas, senderos y cortafuegos en los que perderse y en los que la diversión está asegurada. Cuando voy a entrenar a ese lugar suelo hacerlo corriendo desde los caminos aledaños a los arroyos Rivillas y Calamón, y esos tres primeros kilómetros en llano son ideales para calentar antes de enfrentarse a las cuestas. No obstante, si queremos "meternos en faena" directamente podemos dejar el coche en la urbanización Las Vaguadas y cruzar la EX-110 (Carretera de Valverde) dejando a la derecha la gasolinera que hay frente a la entrada de dicha urbanización. A continuación salvaremos el arroyo Calamón por un pequeño puente y giraremos a la derecha para tomar el camino de las Torrecillas.
Una vez recorramos unos cuatrocientos metros tomaremos alguno de los caminos que salen a nuestra izquierda, cualquiera de ellos nos llevará, siempre subiendo, a la zona de trochas y trialeras de Sancha Brava. La primera parte es una zona de dehesa donde abundan pequeños senderos pedregosos, mientras que más adelante nos internaremos en una zona de eucaliptos donde podremos disfrutar de trialeras y trochas de mayor anchura. El terreno es perfecto para la práctica del trailrunning, mucha piedra, mucha roca suelta, ramas, y cuestas cortas pero con porcentajes importantes, perfecto para olvidarnos del ritmo y simplemente disfrutar.
Si estás cansad@ del asfalto y hart@ de la obsesión por los ritmos precisos y las distancias exactas aquí encontrarás un buen lugar para sacarle brillo a las piernas. Por último, hay que señalar que se trata de un sitio muy solitario, a diferencia de lo que ocurre en el mencionado Parque de Tres Arroyos, aquí es muy difícil que encontremos a nadie, por lo que es perfecto para todo aquel que quiera disfrutar de la soledad del corredor de fondo.

Nos vemos corriendo.

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