miércoles, 29 de marzo de 2017

III Carrera de Montaña Sierra de Montánchez

Una año más, avanzado el mes de marzo, llegaba fiel a su cita con el Calendario de Carreras por Montaña de Extremadura la tercera edición de la Carrera Sierra de Montánchez y Tamuja, una prueba que ha ido consolidándose en el calendario y que ya es una de las fijas del circuito FEXME. Este año la principal novedad ha sido la posibilidad de elegir entre dos distancias; una prueba de 30 kilómetros que inauguraba el Circuito Trail y una de 15 kilómetros perteneciente a la Liga Extremeña de Carreras por Montaña. Tras disputar las dos primeras ediciones, este año tampoco quise faltar a la cita e hice acto de presencia en Arroyomolinos de Montánchez para disputar la prueba corta. 
El pronóstico meteorológico no era nada halagüeño, todo hacía indicar que la lluvia sería una protagonista más durante la prueba, algo que no me preocupaba en exceso, pues tras vivir un auténtico diluvio en la edición de 2016, mucha agua tendría que caer para que la cosa llegase a mayores. La salida de la carrera tuvo lugar con cierto retraso, algo poco habitual en las pruebas que organiza la FEXME, que se caracterizan por una exquisita puntualidad. Algo después de las diez de la mañana y tras la habitual cuenta atrás coreada por todos los participantes suena el bocinazo y a correr. Como es mi costumbre salgo desde la parte más atrasada del pelotón para, poco a poco, y durante el tramo urbano por las calles de Arroyomolinos, ir ganando posiciones. Una vez que abandonamos el pueblo aprovecho los metros que discurren sobre un camino bastante ancho para avivar el ritmo y adelantar a corredores que más tarde iba a ser complicado superar cuando el sendero se estrechase.
Salida. Foto: Sandra
A partir del kilómetro 2 la carrera se endurece, empiezan las primeras rampas de importancia, se ven los primeros corredores andando, y aprovecho para ganar alguna posición más, pues aún puedo permitirme correr. Esta primera parte de la carrera discurre por lo que en las dos ediciones anteriores fue la parte final, y la zona de lanchas volvió a hacer de las suyas, pues la lluvia las había convertido en una auténtica pista de patinaje que hizo que más de uno probase el suelo. Decidí correr sin cronómetro, sin gps, simplemente correr por sensaciones, y estas eran realmente buenas hasta ese momento, así que casi sin darnos cuenta nos plantamos en el primer avituallamiento, breve parada y a seguir. Tras superar un pequeño repecho, ya estábamos cerca de Montánchez, y tras un precioso descenso por un sendero sin apenas dificultad entramos en el casco urbano de Montánchez, donde cambiamos el barro y la hierba por el cemento y volvemos a andar, pues el tramo de "callejeo" es realmente exigente. Tras una breve incursión por la parte más alta del pueblo salimos del mismo para volver al encuentro de los senderos. Durante la subida me había enganchado a un grupo con un ritmo bastante vivo que, a la postre, iban a ser mis compañeros de "aventuras" durante el resto de la carrera. Somos cinco en total, 3 chicos y dos chicas, las cuales en ese momento eran la 2ª y 3ª clasificadas.
Senda de Los Molinos. Foto: Sandra
Un rato después de abandonar Montánchez empiezo a preocuparme, pues hace ya unos minutos que no veo ninguna baliza, hecho que le comento al corredor que me precede, que me responde que no me preocupe, que conoce el recorrido y vamos bien. No me convence su respuesta en absoluto, algo me dice que vamos mal, pero el grupo va decidido afrontando la última rampa y a nadie parece preocuparle la situación. En estas una de las chicas se gira y dice que vamos mal, que su gps le marca el kilómetro 11,2 y el avituallamiento estaba poco después del kilómetro 10, avituallamiento que, obviamente, no habíamos pasado. Paramos unos segundos, hablamos, sopesamos si es mejor volver a Montánchez o iniciar la bajada siguiendo el erróneo itinerario que habíamos seguido hasta ese momento, y finalmente decidimos continuar. Tras recorrer varios cientos de metros seguimos sin ver balizas, ni corredores, ni miembros de la organización, pero tras varios giros el sendero nos lleva a un cruce de caminos, justo al molino situado antes de la subida a La Vaqueriza, que este año no se subía.
Foto: Sandra
Vemos a varios corredores que bajan por un sendero a nuestra izquierda para iniciar la bajada final, dejando a la derecha la garganta de Los Molinos. Una de las compañeras se pone nerviosa, sabedora de que su pódium está en peligro, si no perdido ya, y empieza un descenso vertiginoso, así que aprovecho para seguirla, pisar donde pisa, girar donde gira, hacer de "chuparueda", por usar el argot ciclista, y, de esta forma, dejamos atrás al resto del grupo mientras nos quitamos de encima a varios corredores más. En este último tramo de la carrera me encuentro realmente bien, aprovechando que bajo mucho mejor que subo gano varias posiciones más antes de volver al casco urbano de Arroyomolinos, y empiezo a ser consciente de que hubiese acabado con un sabor de boca aún mejor de no ser por el kilómetro extra que habíamos recorrido debido al error que provocó que nos saliéramos del itinerario marcado. De todas formas, acabé con muy buenas sensaciones, con un tiempo de 1:42:44, con un botín de 32 puntos de cara a la clasificación general de la Liga FEXME, y, lo que es más importante, sin ninguna molestia tras varios meses de penurias físicas, y con la sensación de que hay margen de mejora. 

Concluyendo, por tercer año consecutivo ha sido un lujo poder formar parte de esta prueba que, como dije tras su primera edición, acabará siendo una de las carreras de referencia del circuito FEXME. Un gran trabajo de la organización en los meses previos limpiando el monte, diseñando el recorrido y organizando quedadas previas para conocer el itinerario de la prueba. Y por supuesto, no me olvido de l@s fotógraf@s ni de l@s voluntari@s, quienes tuvieron que aguantar estoicamente un día bastante desapacible para que todos disfrutásemos de nuestra pasión. 

Nos vemos corriendo.