jueves, 4 de febrero de 2016

Soplamos dos velas

El 29 de enero de 2014 publicaba la primera entrada en este blog. Como tantas otras cosas que ocurren en la vida, nació de forma casual: Tras cada carrera en la que tomaba parte, le enviaba una pequeña crónica vía e-mail a mis amigos. Mi amigo José Antonio Lorenzo, habitual lector y comentarista del blog, que sufría una lesión que le mantenía parado durante meses me comentó que le encantaba leer mis crónicas, pues era una forma de meterse en la carrera y, de alguna manera, compensaba el hecho de no poder correr. Eso fue lo que me impulsó a dar un paso más, y ese día, durante el café de la sobremesa me llegó la inspiración y decidí poner en marcha esta pequeña historia. Como ya expliqué en la primera entrada, el título lo tomé de una maravillosa novela que, con un trasfondo de atletismo, cuenta una historia sobre la firmeza e integridad del ser humano en momentos de extrema dificultad en los que lo fácil sería abandonar, claudicar; me parecía y me parece que existía un gran paralelismo entre las carreras de fondo y la vida del protagonista de dicha novela, ¿quién no se ha sentido así durante una carrera? ¿Cuántas veces no puedes más y sacas fuerzas de no se sabe donde para seguir adelante? El nombre del dominio lo elegí como un pequeño homenaje a los colores de mi club, parte muy importante también en esta gran pasión, pues ya son más de tres años recorriendo kilómetros de blanquinegro.

Un pequeño resumen gráfico
El resto ya lo conocéis: Entrenamientos, algunos sitios de interés en los que poder entrenar en plena naturaleza que quise compartir, pequeñas reseñas sobre glorias del atletismo como Lasse Viren, historias duras con final feliz, como la de Gabrielle Andersen-Schiess o Kathy Switzer, en fin, todo lo que creí que podría ser de algún modo atractivo para aquellos que compartís afición conmigo. Y, por supuesto, carreras, dos años dan para recorrer muchos kilómetros, para tomar parte en carreras de todo tipo, de varias distancias, sobre distintas superficies, pero con un denominador común, disfrutar por encima de todo. Las hubo épicas, como la III Carrera de Montaña Ciudad del Granito en Quintana de la Serena, en uno de esos días en los que solo hay cruz en la moneda, luchando contra el frío, la lluvia, el viento y una lesión que me obligó a terminar prácticamente caminando; divertidas, como la VIII Media Maratón de Mérida, en la que pasamos un gran día de convivencia con el compañerismo y el buen ambiente como protagonistas; accidentadas, como el Trail Nocturno de la Sierra de la Mosca en Cáceres, durísimas pero que te dejan un sabor de boca increíble tras cruzar la meta, como la I Carrera de Montaña Sierra de Montánchez y Tamuja; o las que tienen lugar en escenarios mágicos, esas en las que te entran ganas de pararte y contemplar lo que te rodea, y que cuando cruzas la meta estás deseando que llegue la siguiente edición, como la Subida a los Campanarios de Casas del Monte. Y así, poco a poco,  paso a paso, zancada a zancada, cada cierto tiempo he acudido a esta cita virtual sin ninguna pretensión, sin saber quien estaría al otro lado, si es que había alguien, quien se interesaría por leer lo que tengo que contar, si le gustaría o no, o simplemente le dejaría indiferente. Y la idea es seguir haciéndolo, seguir fundiendo estas dos pasiones (y alguna otra) que son correr y escribir, y que en este pequeño rincón confluyen, y lo haré con la misma idea que hasta ahora, sin ninguna aspiración especial, aunque eso sí, con la satisfacción que provoca el hecho de saber que hay alguien que le dedica unos minutos de su valioso tiempo a leer aquello que tiene que contar este loco que corre. El hecho de que estés ahí hace que merezca la pena.

Nos vemos corriendo.