jueves, 28 de enero de 2016

El día que empezó todo

En la primera entrada de este blog ya dejé unas pinceladas acerca del contenido del mismo: al igual que la novela de la que toma el título, y pese a tratar principalmente sobre el hecho de correr, no sería esa su temática exclusiva, por lo tanto, ya estabáis avisados. Hoy voy a abandonar por un momento las zancadas, las trochas y los senderos y voy a dedicarle esta entrada a otra de mis pasiones. Los que me conocéis sabéis que soy un auténtico "yonqui" del deporte, salvo contadas excepciones, podría decirse que me gustan todos, he practicado y practico varios y he disfrutado y disfruto viendo la mayoría de disciplinas deportivas. Entre los deportes que más me apasionan sin duda ocupa un puesto de honor el balonmano; el trabajo de la táctica del equipo, el contacto, la plasticidad de los lanzamientos, la continua concentración necesaria, la importancia a partes iguales del bloque y el talento individual, hacen de este deporte uno de los más visuales y emocionantes de los que uno puede disfrutar. Metidos como estamos en plena disputa de un igualadísimo Campeonato de Europa de selecciones, me ha parecido oportuno volver al que sin duda es el mejor recuerdo que mi memoria guarda de esta maravillosa disciplina deportiva. El idilio con este deporte continúa y me acompañará siempre, pero como toda historia de amor que se precie, esta tuvo su flechazo. Ocurrió a finales de marzo de 1985.
Un equipo mítico
El Atlético de Madrid afrontaba en Praga el partido de vuelta de las semifinales de la Copa de Europa frente al Dukla de Praga, vigente campeón, con una exigua renta de dos goles (16-14) en el partido de ida disputado en el Pabellón Los Cantos de Alcorcón. El partido se había disputado en dicha cancha porque la IHF no permitió que se jugase en el pabellón Antonio Magariños, sede habitual de los partidos del Atleti, por no cumplir esta con las medidas reglamentarias de 40x20. Los dos goles de ventaja fueron rápidamente neutralizados por el campeón checo, y al descanso el marcador no dejaba lugar para la esperanza: 10-4. Flojos en defensa y con un ataque desastroso, se firmó una primera parte para olvidar. En el banquillo de aquel equipo se sentaba nuestro paisano Juan de Dios Román (Mérida, 1942), una de las mentes más privilegiadas que ha dado este deporte y en mi opinión el mejor entrenador de todos los tiempos; solo él podía sacarse un conejo de la chistera. Su labor psicológica y la calidad de la plantilla obraron el milagro. A mediados de la segunda mitad el Dukla ganaba 16-9, pero dos lanzamientos desde los siete metros parados por Claudio Gómez y un parcial final de 2-8 acabaron por voltear el marcador de un partido que se jugó al límite, como todo lo "Made in Atleti", nos pone la épica.
El gran Cecilio Alonso
Así fue como empezó todo. Inolvidable la imagen de Cecilio Alonso y Javier Reino formando la barrera en el último lanzamiento a favor del Dukla, con el reloj ya a cero, la voz del gran Luis Miguel López (la voz del balonmano) narrando la gesta mientras un niño con diez años recién cumplidos se comía las uñas frente a un televisor en blanco y negro.

Luego llegaría la final perdida frente a la Metaloplastika Sabac, un equipo de leyenda (Vujovic, Vukovic, Cvetkovic...) que contaba con ocho campeones olímpicos en Los Angeles ´84, pero eso es otra historia. Este es un pequeño pero meredísimo homenaje personal a aquellos héroes, gracias a ellos me enganché a este deporte.  Lorenzo Rico, Claudio Gómez, Ángel Cobo, Rafael López León, Chechu Fernández, Javier Reino, Manuel Novales, Fernando García, Stroem, Agustín Milián, Paco Parrilla, Orencio Alhambra, Jesús Gómez, Quique García, Luisón García, Juanón de la Puente, Cecilio Alonso y el maestro Juan de Dios Román. 

Gracias.

martes, 19 de enero de 2016

I Trail de Zafra

Pasó la Navidad, se dejó caer otro enero y levantamos el telón de un nuevo año en el que se repiten los buenos propósitos y deseos, es lo que toca por estas fechas. Si bien antes de Navidad me había propuesto no dejar de entrenar en la medida de lo posible, al final entre compromisos sociales, familiares, viajes, todo ello aderezado con excesos calóricos, dicho propósito acabó en la papelera. Por si fuera poco, le daba la bienvenida al año con un resfriado de nivel, de esos que te mantienen en el dique seco más de una semana, de los que te cogen cariño y no se quieren ir.
Perfil de la carrera
Y la primera edición del Trail de Zafra que ya se adivinaba en el horizonte, y tocaba deshojar la margarita: El jueves decidí que no correría, pues en mi estado no podría ni siquiera terminar, el viernes tocaba tirar de optimismo y confiar en que la cosa mejorase en solo 48 horas, el sábado decidí que al menos tomaría la salida y que pasase lo que tuviese que pasar. El domingo a las 7:00 de la mañana, tras una variada demostración de estornudos, tosidos y demás señales que aconsejaban que lo más razonable sería volver a la cama tomo la decisión contraria. A las 8:00 h. recojo a Alicia y ponemos rumbo a Zafra, donde nos espera Guille, que había pernoctado allí y se encargaría de recoger nuestros dorsales. Durante el camino vamos comentando lo poco que sabemos de la carrera, a diferencia de las que organiza la FEXME, en la que la información previa suele ser muy detallada, en esta primera edición del trail de Zafra no teníamos demasiada información, así que íbamos un poco "a la aventura". He de decir que el hecho de que alguien como Jesús Merino estuviese involucrado en la organización me tranquilizaba bastante, por lo que a priori las expectativas eran buenas; a posteriori fueron excelentes. Con la charla llegamos a Zafra, aparcamos y nos vamos a tomar un café para tratar de combatir los 3ºC que marcaba el termómetro mientras esperamos a Guille.
Foto: Ramírez Health Club
Luego a cumplir con el ritual habitual, ligero calentamiento, saludos, fotos en la salida, control de dorsales y a correr. Me tomo la salida con bastante calma, entre otras cosas porque no me queda otra, y tras un breve tramo de callejeo por Zafra tomamos el Camino del Muladar que nos llevará hasta la Presa de la Albuera. Durante los primeros kilómetros vamos sobre una pista de cemento, llaneando e incluso cuesta abajo en algunos tramos; esta zona fue la más criticada por algunos participantes, el principio y final de la carrera, en el que "se abusó" del cemento, pero hay que entenderlo, pues no quedaba otra que pasar por allí para llegar a las zonas más técnicas, por mi parte, nada que objetar. Tras alcanzar la Presa de la Albuera giramos a la izquierda y afrontamos la primera subida del día, corredores en fila de uno andando, pues correr era imposible, respiración entrecortada, manos en las rodillas, imagen típica de cualquier carrera de montaña que se precie.
Coronando el primer repecho. Foto: Gloria Montaño
A partir de ahí el recorrido no da tregua, subidas, bajada complicada por un cortafuegos con mucha roca suelta, zonas de senderos bastante "corribles" y alguna dificultad técnica no muy exigente en la parte más alta del Castellar, un recorrido bastante completo sobre todo teniendo en cuenta la materia prima con la que se contaba. A pesar de las dificultades respiratorias por el hecho de tener que ir todo el rato respirando por la boca, ya que llevaba la nariz completamente taponada, disfruté bastante de la carrera, pues el recorrido me pareció precioso, así que tras 17,5 kilómetros de "diversión contenida" que se me hicieron cortos, volvimos a la Plaza Grande tras salvar otro tramo de inevitable pista de cemento para poner fin con 1:57 a una fría mañana de enero en la que disfrutamos de la primera edición de una carrera que espero que cumpla muchas ediciones más; yo creo que las cumplirá. La ganadora en categoría femenina fue Esmeralda Quintana, del Trail Comesuelas, y en categoría masculina Víctor Rodríguez, del Villanueva corre...y mucho.
Serpiente multicolor. Foto: Víctor Pavón.

Me parece una gran noticia la aparición de esta carrera en el calendario, y además en una fecha muy acertada, en pleno "parón FEXME", por lo que el personal ya tenía ganas de marcha. Por lo demás, gran trabajo de los organizadores y de los voluntarios, prueba muy bien señalizada y con un recorrido espectacular. A destacar como se han trabajado el recorrido los organizadores, ya que no es fácil organizar una carrera de este tipo en un entorno como el de Zafra, pues no estamos hablando de grandes desniveles, ni de picos que superen los 1000 o 1500 metros de altitud, algo que facilita bastante el trabajo, por lo que intuyo que ha habido una gran labor que ha dado sus frutos. Gracias también a l@s fotográf@s que han dejado constancia de la carrera, y que también son parte muy importante en la misma, pues a todos nos gusta tener algún recuerdo gráfico de nuestra participación. Enhorabuena, el año que viene repetiremos.

Nos vemos corriendo.